Pablo Torres, el coruñés que cuida a los ciclistas de la Vuelta
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Pablo Torres, el coruñés que cuida a los ciclistas de la Vuelta

Pablo Torres, el coruñés que cuida a los ciclistas de la Vuelta
Torres entrega las bolsas de avituallamiento durante una etapa de la ronda española | Caja Rural-Seguros RGA

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Pablo Torres Muíño (28 de noviembre de 1987, A Coruña) colgó la bici el año de la pandemia, pero el ciclismo no se deja así como así –“es como una droga”, ríe– y ahora ejerce como auxiliar del equipo Caja Rural-Seguros RGA. El coruñés atiende la llamada de este diario nada más llegar a su hogar, en Tudela (Navarra), después de tres largas semanas en la burbuja de la Vuelta a España, lejos de su mujer y su hijo. “Se me ha hecho más larga que cuando corría”, admite.
 

Antes de que empiece cada etapa, Pablo se levanta a las 7.00 horas para hacer deporte –“este año he tocado poco la bici, he salido más a correr”, reconoce– y a las 8.00 empieza a preparar todo lo que necesitan los ciclistas durante la etapa: “Si hace calor llenamos las neveras de medias con hielo, pero si hace frío nos llevamos unos termos con té para que tengan algo caliente de beber”, detalla el exciclista, que también se encarga de hacer los bocadillos para auxiliares, directores, mecánicos...
 

En carrera, Torres cubre los puntos marcados por los directores para avituallar a los ciclistas con agua, sales y algún sólido, un momento delicado en el que la sincronización entre auxiliares y corredores es clave: “Al haber sido ciclista tengo algo de práctica. Suelo buscar un repecho, que en España es fácil, pero en Hungría o Noruega, en una etapa llana como un plato, cogían los bidones a 50km/h, que es más peligroso”.

 

Masajista y confidente
 

Después de asistir a los ciclistas, Pablo se dirige al hotel para llevar las maletas de todo el equipo y preparar el postetapa. El coruñés, que durante sus nueve años como ciclista profesional se graduó en Fisioterapia y Nutrición Deportiva, ejerce además como masajista y, a la vez, confidente de los corredores: “En el Caja somos cuatro, nos tocan dos ciclistas a cada uno y los masajes son de 45-50 minutos. De los dos que tenía en la Vuelta, a uno le gusta mucho hablar (David González) y el otro prefería estar con los ojos cerrados y más relajado (Michal Schlegel)”.
 

Después del masaje, Torres se pone con los preparativos de la próxima etapa o ayuda con el lavado de los coches, lo que haga falta. Él y sus compañeros no se sientan a cenar hasta las 22.00 horas. En una vuelta de tres semanas dedica unas 12-14 horas a su equipo y, principalmente, a cuidar el bienestar de los ciclistas. Y así 21 días de carrera. “Se me ha hecho más larga que cuando corría”, se sincera.
 

El coruñés pasará 160 días fuera de casa esta temporada, cuando en su etapa como ciclista oscilaba entre 70 y 80 días. “Es casi el doble o más porque hay que sumar los viajes, nosotros no vamos en avión”, desvela Pablo, que se ha sacado el carné de camión para ayudar en el traslado del material y se ha recorrido media Europa: Noruega, Hungría, Eslovenia, Italia, Grecia... “Las carreras que más me han gustado son el Tour de los Alpes y el Tour de Noruega, pero me encantaría hacer el Giro”, desea.

 

Los de casa
 

Volviendo a la Vuelta, Torres se sorprende por el nivel que han exhibido Caja Rural-Seguros RGA y el Burgos-BH, su exequipo como ciclista. “Los dos estuvimos cerca de ganar (Orluis Aular fue 2º en la etapa 7 y Pelayo Sánchez, 3º en la 20) y, sabiendo que cada año hay más nivel en el World Tour y más diferencia con los ProTeams, es para celebrar”.
 

La carrera del Caja Rural se truncó con los abandonos del ecuatoriano Jefferson Cepeda (era el mejor clasificado en la general) y Aular (su hombre rápido): “Nos quedamos sin nuestras mejores bazas, pero no le perdimos la cara”, reivindica Pablo, que destaca la importancia de la Vuelta para un equipo español: “Te da una visibilidad que no te da otra carrera. En las redes sociales, el aumento de seguidores durante la Vuelta es mayor al que se produce durante todo un año sin correrla”.
 

Con sólo dos invitaciones para cuatro equipos españoles de segunda división, las cuentas no salen. La solución pasa por un incremento de los equipos, algo que no baraja la UCI: “Se redujo el número de ciclistas para evitar las caídas, pero siempre va a haber 100 tíos intentando pasar por el sitio más estrecho. Si es por seguridad, no lo veo”, lamenta el coruñés, que señala el sistema: “Hay equipos que no quieren venir y están obligados, mientras que a nosotros nos va la vida en ello”.

 

Creo que se intentó proteger mucho a los de la general, hasta el extremo

 

En su etapa como ciclista profesional, Pablo Torres era un habitual de las fugas, pero también ejerció como gregario y, en alguna carrera, llevó los galones de jefe de filas. Conoce casi todos los roles dentro del pelotón, por eso celebra la inesperada victoria de Sepp Kuss en la ronda española.
 

“Él mismo dijo que no quería que le regalasen la victoria y así fue. Me alegro de que sea un ganador como él, alguien que se salga del guión y que además es muy majo”, opina el coruñés, que lamenta el bloqueo del Jumbo-Visma, gran dominador de la carrera.
 

“Antes de la Vuelta había mucha expectación, con una participación nunca vista, pero desde el día de Javalambre se bloqueó la carrera”, admite Torres, que tiene su propia opinión acerca de las polémicas por las decisiones de la organización en Barcelona y Caravaca de la Cruz, donde los tiempos para la general se tomaron antes de llegar a la meta ante la supuesta peligrosidad de las carreteras.
 

“Todo lo que podía salir mal, salió mal. La organización tuvo que tomar decisiones que mucha gente no entiende y con la presión de los equipos y los ciclistas. Creo que se intentó proteger mucho a los de la general, pero se llevó hasta el extremo. A los ciclistas de Caja Rural les daba igual que el piso estuviese mojado o peligroso. Salen a disputar donde sea”, arguye.

Pablo Torres, el coruñés que cuida a los ciclistas de la Vuelta

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