Pasado, presente y futuro
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Pasado, presente y futuro


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Una nueva jornada casi decisiva (porque tiene posibilidad de rectificación) se presenta para el Deportivo el próximo domingo. Son ya varias las que ha experimentado el equipo blanquiazul los últimos años, esos cuya estancia en la artificial Primera RFEF se han hecho eternos para el cada vez mayor número de seguidores que se congregan en Riazor para animar a su equipo.


Lógicamente, llegado este momento se vuelve la vista atrás y la inquietud es notable. Riazor ha sido escenario de muchos “últimos partidos” y no todos con resultados satisfactorios para los presentes en las gradas. Así, de memoria, se recuerdan significativos tropiezos (aquella derrota ante el Rayo Vallecano por 1-2, con gol de Ballesta, que privó de un ascenso a Primera, o el tan recordado penalti de Djukic y lo que supuso). Pero también hay que recordar aquel gol de Beci que supuso un ascenso a Primera (cuya fotografía presidió la sede de la Federación Gallega de Fútbol durante muchos años) o la victoria frente al Murcia, por 2-0, que significaba lo mismo. O el triunfo frente al Español,  que dio la única Liga que posee el equipo blanquiazul.


Todo eso está muy bien para que el aficionado lo recuerde, con satisfacción o con acritud, según corresponda. Pero ahora lo que cuenta es salir de ese “pozo” que representa para entidades como la deportivista su tránsito por una categoría que en los últimos años no ha dado más que preocupaciones y sinsabores. Está todo a punto de caramelo, pero la experiencia nos dice que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo. Cuatro puntos de ventaja a falta de tres jornadas son una gran ventaja. Pero ya sabemos cómo se las gasta el fútbol, que te mata en cualquier momento. 


Se ha hablado mucho de los aficionados deportivistas, de la cantidad que acude a los partidos de Riazor y a los de fuera. Varios partidos en casa han estado cerca de los treinta mil espectadores y, probablemente, ante el Barcelona Atlético se superará esa cifra, por primera vez en la categoría. 


Hay que reconocer que, allá por octubre o noviembre, nunca pensamos que la  situación del equipo que dirige Idiákez fuese la actual. La gran mayoría estaba inclinada a pasar la temporada con resignación a la espera de la siguiente. Pero, a veces, la paciencia tiene recompensa en el fútbol.


El pasado no cuenta y el futuro está por escribir. Los jugadores han de vivir el  presente y ese no es otro que jugar con inteligencia y serenidad (en lo que se pueda) contra el filial azulgrana para así escribir otro renglón de la historia de uno de los clubes españoles más brillantes. 
 

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